Según el informe mensual de la AEMET, el pasado febrero ha sido en conjunto muy cálido, con una temperatura media en la España peninsular de 9,5 º C; esto significa unos 2,5 º C por encima de la media del mes respecto periodo de referencia, que es en todo caso 1981-2010. En la tierra del Rioja llegó incluso a superar en 3º. Se ha tratado del tercer febrero más cálido desde el comienzo de la serie en 1961, por detrás de los meses de febrero de 2020 y de 1990, y por tanto del segundo más cálido del siglo XXI. Resultaron especialmente elevadas las temperaturas mínimas, que quedaron 3,1 º C por encima del valor normal, las más altas de un mes de febrero desde el comienzo de la serie.
Se identificaron dentro del mes tres episodios especialmente cálidos, el primero se extendió entre los días 1 y 6, el segundo del 8 al 21, y el tercero entre el 23 y el 27.
En cuanto a precipitaciones se ha calificado de mes húmedo, con una precipitación media caída sobre la España peninsular de 71 mm, valor que alcanza un 35 % por encima del valor normal del mes en dicho período de referencia. Se ha tratado del vigésimo segundo mes de febrero más húmedo desde el comienzo de la serie en 1961 y del octavo más húmedo del siglo XXI. En la tierra del Rioja este incremento ha sido proporcionalmente más elevado cuando más al oeste nos halláramos. Lo que se corresponde naturalmente con las diferentes cuencas: más húmedo en la vertiente atlántica, más seco en la mediterránea, pudiendo estimarse los incrementos respecto de su valor medio en un 153 % y un 83 % respectivamente.
Por su parte la a insolación acumulada a lo largo del mes de febrero fue inferior en más de un 10 % al valor normal, y en cuanto al viento merece destacar la borrasca Karim que dio lugar a vientos muy fuertes en la mitad norte de la península entre los días 16 a 21.
En tales circunstancias pudimos terminar de sacar los sarmientos de los viñedos en manojos llamados gavillas y realizar nuestro primer arado de la temporada.
Las gavillas se utilizarán para asar chuletillas de cordero más adelante durante los meses de primavera y verano. Es quizás la especialidad gastronómica más importante de la tierra Rioja, y motivo de fiesta familiar.
El arado del viñedo en esta época tiene diversas razones. Sirve para eliminar mecánicamente, quiere decirse que sin empleo de herbicidas, las malas hierbas que competirían con las viñas por los nutrientes y por el agua más adelante, en la época de crecimiento. También para iniciar el ciclo del nitrógeno que fortalece el suelo y para permitir que las lluvias primaverales penetren en la tierra sin escurrirse ni causar erosión.
Nuevamente hemos optado este año por utilizar animales de tiro en los viñedos viejos. Estos viñedos fueron plantados en los años 1920, 1930 y 1935 en un patrón cuadrado, con alta densidad de viñas y dejando un espacio estrecho entre hileras. Era la forma en que se plantaban los viñedos en aquellos tiempos, en los que solo se concebía el arado con tales animales. La mecanización no existía ni como concepto. Tal patrón de plantación permite el entrecruzamiento de las pasadas del arado, de arriba abajo y de abajo a arriba, de un lado hacia el otro y vuelta, y por último en diagonal. Esto es muy eficaz para eliminar sin herbicidas químicos, las malas hierbas alrededor del tronco de la vid, para procurar la respiración de la tierra y para reducir el riesgo de erosión, pues los surcos no solo van hacia arriba y hacia abajo de la pendiente, sino también perpendiculares a ella y asimismo en diagonal. El agua no encuentra sendas por las que desbocarse arrastrando la tierra a su paso. Resulta así la forma más respetuosa con el medio ambiente de evitar las malas hierbas en el viñedo, a la par que se asegura la conservación de la capa superficial del suelo donde moran los microorganismos que contribuyen a preservarlo. Es esta capa de unos treinta centímetros de espesor la que alberga los microorganismos vivos que representan nada menos que el 80% de la biomasa viva del planeta, y son ellos los que en mayor medida contribuyen a la calidad y personalidad del resultado de las cepas que acogen.
Trabajar con animales en el viñedo tiene, además de todo lo dicho, la gran ventaja de que no se compacta el suelo como hace la maquinaria pesada. Ello permite un mayor desarrollo de las raíces y, en última instancia, vides más sanas y uvas de mejor calidad.
Trabajar con animales de tiro es todo un arte. Por suerte todavía tenemos algunas personas en España y específicamente en la tierra del Rioja que lo mantienen como profesión. Conservan una cultura en trance de extinción. Existen distintos tipos de arado de diversas formas y diferentes materiales, algunos totalmente de madera, otros la combinan con el acero y otros lo son de puro acero o de hierro forjado. La diversidad permite atender a diferentes tipos de suelo en función de su textura, humedad y estructura, a sus diferentes tipos de cultivo y a las distintas labores que procedan en función de la época del año. También hay diferentes formas de arreglar la brida, de uncir el arado al animal, tipos de barras de tiro, de alturas de tracción…, muchas variables de las que derivarán las más sutiles diferencias en el trabajo. Como se puede imaginar, cuando se trabaja con un caballo de fuerza, la configuración más pequeña puede determinar las diferencias más significativas. Todo un arte ya hemos dicho.
El trabajo con arado manual permite sentir la tierra; se está en contacto directo con ella lo que significa percibir los diferentes tipos de suelo y trabajarlos de la forma más delicada o rigurosa que ayude a mantener y mejorar su estructura. La mecanización implica inevitablemente la pérdida de esta íntima conexión con el suelo; hoy la mayoría de los tractores y arados mecánicos tienen suficiente potencia y acero como para destruir la estructura del suelo sin que el operador se percate de ello.
Otros años hemos trabajado con caballos y yeguas. Este año ha sido con mula. Existe una larga tradición de trabajo en la agricultura en España con mulas; puede decirse que es el animal de tiro preferido. La mula es un híbrido estéril, resultado del cruce entre un burro y un caballo. Generalmente ha sido opción preferida sobre el burro, ya que es más grande y más fuerte, lo que le permite tirar de un arado o de un carro con menos esfuerzo y a mejor ritmo. Y asimismo sobre el caballo, ya que es mucho más resistente y tenaz que este –más terco que una mula es frase hecha-, pudiendo trabajar durante largos períodos sin descanso tirando del arado por terrenos irregulares, alimentándose de lo que el agricultor tenga disponible. Se dice que son más dóciles que un caballo y menos nerviosos, buenos rasgos cuando se trabaja entre cultivos por demás estrechos.